PLN_alesina

Ante la corrupción, ni olvido ni perdón: JUSTICIA

Dr. Facundo Alesina

Nos impactó el nivel de impunidad con la que el ex secretario de Obras Públicas nacional José Francisco López intentó ocultar una cifra obscena de dinero (nueve millones de dólares en efectivo) en un convento de General Rodriguez. La corrupción es injustificable y, en particular, la corrupción vinculada al Estado (municipal, provincial o nacional) merece una doble condena porque se trata de plata que se le roba directamente a los ciudadanos.

Esos millones son escuelas que faltan, insumos en los hospitales que faltan, rutas que faltan, patrulleros que faltan. Ese dinero, de llegar a su destino, hubiera salvado vidas, hubiera evitado accidentes, hubiera brindado más educación y mejor seguridad. A estos actos: ni olvido, ni perdón.

Todos los actores de la política debemos responder unidos, exponer a los corruptos, denunciar las prácticas de viveza criolla de quien muchas veces sin formación o capacidad llegan a ser funcionarios y solo entienden la función pública como el trampolín para la plata fácil. Basta de naturalizar estas situaciones. La sociedad no puede seguir justificando que alguien tenga “esas casas, esos campos o esos autos porque es político”. Las cosas por su nombre: son delincuentes que desvían fondos. Los tenemos que erradicar. Tolerancia cero a los ladrones. Que respondan con su patrimonio y el de sus familiares (y el de sus socios o “amigos/as” más cercanos/as).

Tenemos la obligación como sociedad de acompañar a la Justicia, a que llegue hasta las últimas consecuencias. Muchas veces vemos funcionarios que se hacen millonarios en el ejercicio de la función pública, funcionarios que no tienen como justificar el crecimiento patrimonial, que no han tenido desarrollo en la actividad privada ni vienen de familias adineradas. Todos esos tienen que dar explicaciones, de todos los partidos políticos y en todas las áreas del Estado.

Los delitos en el marco de la función pública deben ser imprescriptibles. Y la sociedad los tiene que condenar. Y nosotros, como actores políticos tenemos que dar el ejemplo, tenemos que evidenciar nuestro patrimonio y dar cuentas a la sociedad para que la sociedad sepa que no merece representantes delincuentes, porque los argentinos somos gente de trabajo, gente que se forma, que crece con esfuerzo. Tenemos que volver a los valores, a la palabra, a la honestidad. Necesitamos refundar los partidos con personas que verdaderamente representen a nuestra sociedad. La integridad, el buen nombre y el honor no deben negociarse.

Pero, nobleza obliga, tenemos que ser claros: mientras condenamos a un delincuente evasor del gobierno kirchnerista, el gobierno macrista promueve la ley de blanqueo que hace de cuenta que beneficia a los jubilados (espejitos de colores desde donde se lo analice) permitiendo que miles de delincuentes evasores que sacaron millones de dólares ilegalmente de nuestro país los traigan como si fueran los salvadores de la patria.

El delincuente es delincuente: enterrando dinero o llevándolo a paraísos fiscales con sociedades flojas de papeles. La viveza criolla es la misma: la del funcionario corrupto que le roba al Estado o la del funcionario que estatizó su deuda privada (porque, si señores, los millones de muchos de los funcionarios actuales también provienen del dinero de todos los argentinos, aunque con un mecanismo más sofisticado: lograron que otros funcionarios obliguen al Estado a pagar las deudas de sus empresas).

La renovación de la política nos exige estar a la altura de las demandas populares: no podemos admitir la corrupción como práctica inherente a la política porque no lo es. Justificar a un corrupto es perpetrar el hambre, es promover el desmantelamiento de los hospitales y escuelas, es postergar el futuro de nuestros hijos y condenar a la miseria a nuestros padres. Sin ninguna duda, la corrupción mata pero la obsecuencia también. No podemos permitir que nuestros representantes defiendan lo indefendible.

Tenemos que reconstruir la política. Tenemos que ser claros con el pueblo. Tenemos que ser honestos. Nuestro pueblo lucha todos los días por llevar un pan a su mesa.  Tenemos que estar dispuestos a trabajar con todos los espacios políticos con un único compromiso y la promesa de trabajar para el pueblo. Nuestro único objetivo como políticos tiene que ser la justicia social y la generación de condiciones necesarias para alivianar el peso de esa lucha y que todos los vecinos tengan la posibilidad de vivir mejor.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.